Pov Edward
¿Por que para algunas personas el sexo es tan importante? Y ¿por que los hombres debían tenerlo en la adolescencia para sentirse hombres? Es algo que no comprendo, sonará anticuado pero yo quería que mi primera vez fuera con alguien que amará y que mejor fuera la persona con quien quisiera formar una vida… claro eso para mi papá y varias personas más era ser marica. Por ese motivo me encontraba en el coche de mi padre rumbo a quien sabe donde para tener "mi primera vez"; por mucho tiempo mi padre no se había preguntado nada acerca de mi intimidad pero desde un tiempo para acá, no dejaba de preguntar cosas como "¿Cuántas veces has follado? ¿Con cuantas te has acostado?" y cosas por el estilo, no podía creer que mi padre me hiciera esas preguntas como si fueran ¿Qué te pareció la comida hoy?
Mi padre empezó a notar mi incomodidad y por eso me encuentro aquí. Según él debía aprender aunque, no se que se puede aprender, pero me iba a llevar con alguien especial, y no era tan tonto como para saber que probablemente esa persona especial era una mujer de la vida galante. Ahí confirme mis sospechas de que mi papá no era del todo fiel a mi mamá. Se lo reclame pero me gane un golpe por meterme donde no me llamaban.
El silencio era incomodo, porque ambos estábamos molestos y el ambiente esta tenso tanto que se podía cortar hasta con una pluma. Ninguno tratamos de arreglar eso, era muy orgulloso para hacer eso pero el me decía hazte a un lado que yo te gano, y claro que el era más orgulloso, varias cosas las había aprendido de él.
-Llegamos, bájate rápido- dijo con voz contenida, nos detuvimos en un edificio elegante, le debía ir muy bien a la amante por sus "servicios" cada vez mi enojo iba subiendo y temía lo peor para quien tuviera que aguantarme.
-Le pagas bien a tu golfa, para que viva aquí- dije con ironía.
Él no contesto nada solo camino en dirección a la entrada saco un par de llaves y entró. Lo seguí de cerca, subimos al elevador y llegamos al tercer piso. Entramos y había dos puertas en ese piso, toco la que estaba justo enfrente de la puerta del elevador. Y detrás de esa puerta apareció una chava que probablemente tendría 18 o 19 años no más. Era realmente hermosa, en cuanto vio a mi padre se quedó sorprendida y su sorpresa aumento más al verme a mí.
Debo admitir que ella era realmente hermosa, cabellos castaños y ondulados hasta la cintura, ojos café chocolates realmente lindos pero algo opacos sin vida, su cuerpo era delgado y con curvas, no tantas pero si lo suficiente como para voltearla a ver en la calle, y una inocencia la adornaba, como si fuera una niña desprotegida…
-Lo lamento, pasen-dijo con la voz apenada ya que ella también me había estado mirando, mi padre entro primero y la abrazo demasiado fuerte para mi gusto pero como más la podría abrazar si era su amante.
-Bella te presento a mi hijo Edward. Edward te presento a Isabella- dijo mi padre señalándonos respectivamente, la tenía sujeta por la cintura y con demasiada posesión. Con cada minuto lo odiaba más y también la odiaba a ella, porque por su culpa mi madre lloraba casi cada noche.
-Mucho gusto, tu padre me ha hablado de ti- dijo extendiendo su mano.
-Me gustaría decir lo mismo pero no puedo-dije con todo el odio y coraje que estaba sintiendo en este momento. Mi padre me miró mal, se iba a acercar a mí, pero ella lo detuvo.
Quería quedar bien conmigo, se gana al padre y obvio al hijo y tiene casi la casa a sus pies literalmente. –Recuerdas de lo que hablamos, bueno ya sabes que tienes que hacer…-comenzó a decir mi papá. La belleza que me deslumbró en cuanto la vi quedó derrumbada en cuanto recordé que hacía aquí, ella era una golfa contratada por mi padre para que su hijo deje de ser maricón, contrato a su golfa, la causante de todo el sufrimiento de mi madre.
-Carlise yo no puedo… te había dicho que…-dijo interrumpiéndolo, ese fue un grave error, el odiaba eso.
-Te callas y haces lo que te dije o sino olvídate del dinero y la ayuda- dijo amenazadoramente mi padre, ella no dejaba de verme. Claro solo le importaba el dinero, pero que ayuda aparte del dinero podría necesitar esta… "señorita".
-Carlise no hagas eso, sabes que necesito el dinero para…
-Si ya me lo has dicho muchas veces. Pero ya sabes como seguir obteniendo lo que te he dado-mi padre parecía bipolar con ella, lo primero que le dijo casi parecía que la iba a golpear y después acaricia su rostro.
Ella me miró asustada y volvió a mirar a Carlise, a mi vez mire a mi padre el cual asintió. Volví mi vista hacia Isabella, ella respiro hondo me miro pero rápidamente bajo su mirada y comenzó a acercarse a mi de una forma demasiado sensual que hizo despertar cierta parte de mi anatomía.
-Los dejaré solos, para que disfruten más-mi padre comenzó a dirigirse a la puerta, y ella detuvo su andar hacia mi.
-Aunque sabes que Isabella, quiero ver como eres con alguien más, tal vez pueda sacar algo de provecho- como tenía un padre así, mire a la chica que casi no decía una palabra y miraba a mi padre con miedo.
Quería negarme a hacer esto, pero realmente era linda y despertaba deseos en mí que no había sentido antes.
-¿Qué esperas Bella?-le exigió mi padre a la chica.
-Carlise no…-se alejaba más de mí y casi en ningún momento levanto la mirada, y podía notar como se iba encogiendo tratando de esconderse de mi padre. Aunque nunca lo miró era obvio que esa mirada se sentía, en ocasiones me miraba así.
-Entonces olvídate de todo, y despídete de…
-No, lo hare. Solo por favor no hagas que me lo quiten-dijo medio suplicándole a mi padre. El verla así me molestó pero también me prendió, quería que también me suplicara… ¿Qué rayos me estaba pasando? Ahora me estoy comportando como mi padre. No podía apartar mis ojos de ella, la inocencia que la adornaba me estaba excitando demasiado y el odio que a la vez sentía por ella hacía que mi entrepierna doliera y que mis pantalones cada vez se hicieran más chicos.
El odio hacia ella mezclado con el placer hacían una combinación peligrosa como dinamita y sabía que en cualquier momento estallaría. A la vez me estaba enojando, que se negara a estar conmigo me molestaba, y más porque aceptaba estar con mi padre. No tenía experiencia en esto lo sabía pero muchas veces se me insinuaban varias mujeres y de distintas edades, pero por ahora nunca habían logrado despertar algo en mi; y ahora esta mujer lo hacía y estaba apunto de volverme loco, que perderme en su cuerpo. Me fije en su ropa, traía un short negro y una playera negra a juego de tirantes, se veía muy sexy y eso me incitaba más, podía imaginar como sería quitarle la ropa poco a poco…la bata que llevaba cuando entramos ya no estaba.
Comenzó a caminar de nuevo hacia mi, respiraba agitadamente y eso solo hacía excitarme más, cuando estuvo lo bastante cerca de mi, levanto su rostro y en sus ojos vi como no quería hacer esto, pero se veía obligada. Paso sus brazos por mi cuello y separo la distancia de nuestros labios y me beso. Yo correspondí el beso ya estaba demasiado excitado como para no responderlo. Olvide que ahí estaba mi padre y que me estaba besando con su amante, la causante del dolor de mi madre; la tome por la cintura y la pegue a mí, la bese con la furia que sentía pero también con la pasión que sentía ella gimió y seguía el ritmo del beso. La pegue mas a mi cuerpo haciendo notar mi gran erección, enrede mi mano en sus cabellos y con la otra la sujetaba firmemente de la cintura.
Fui guiando mis manos al inicio de su playera, y las deslice debajo, acariciando su piel, que era realmente suave, de ella me llegaba un olor a fresas, totalmente exótico y muy peligroso para ella, sentía que no iba a ser muy dulce con ella. Sus gemidos aunque eran acallados por mi boca, mandaban miles de vibraciones por mi cuerpo, no me pude contener y mordí su labio inferior y demasiado fuerte porque sentí un sabor dulce, su sangre. Sus manos que hasta hace un momento estaban enredadas en mis cabellos, rápidamente se dirigieron a mi pecho y se separó de mí. Nuestras respiraciones eran muy superficiales, sus labios estaban hinchados y rojos, y un poco de sangre se veía en su labio inferior.
-Los dejare para que continúen. Ya sabes Isabella, haz lo que te dije por su bien- sabía que hablaba en plural pero algo me decía que no se refería a mí. Algo escondían, algo más que solo la paga por los servicios de ella como su amante. Se notaba que ella dependía de él pero había alguien más; y tenía que ver con ambos o al menos esa persona era muy importante para ella, y necesitaba a mi padre para estar con esa persona.
Carlise se acerco a ella y la beso, eso me enfureció, ella si que era una zorra; pero zorra o no, iba a terminar conmigo en la cama. Al diablo con todo lo que quería para mi primera vez, estaba prendido e iba a apagar mi fuego en ella. Carlise se tardó un poco en salir, ella en ningún momento me miró, trataba de evitar mi mirada.
Escuche como cerró la puerta y ella suspiró y al fin me miro –Puedes sentarte, traeré unas cobijas a menos de que quieras esperarte para irte y dar tiempo para no encontrarte con tu padre- toco su labio donde la había mordido y al ver su dedo con un poco de sangre paso saliva. Sus labios seguían hinchados, paso su lengua por ellos y me excite más. Si eso era posible…
-¿De que hablas? Creo que tu tienes que cumplir con algo- me acerque a ella; al tiempo que se alejaba y ponía una mano delante de ella.
-No creerás que en verdad tu y yo…
-¿Y por que no?-note como un nerviosismo empezaba a ser notorio en ella. Yo por mi parte cada vez tenía más deseos de poseerla.
-Edward yo no puedo acostarme contigo; podemos hacerle creer a Carlise que si lo hicimos, pero yo no voy a tener sexo contigo- eso me enfureció.
Me acerque a ella, y la tome de los brazos -¿Por qué? ¿Prefieres a hombres maduros? ¿Crees que puedes prenderme y luego echarte para atrás?
-Suéltame Edward- al verla suplicarme como lo hizo con mi padre hizo que mi hombría creciera aun más. Necesitaba liberarme, ya era mucho dolor.
-No lo haré hasta que cumplas con lo que tienes que hacer- la bese con furia y volví a acariciarla, ella trataba de alejarse pero poco a poco se fue entregando como buena zorra que quiere un poco de diversión.
Sus manos estaban en pecho, mientras que las mías viajaban por su espalda por debajo de la tela, ella comenzó a caminar sin deshacer el beso; me fue conduciendo a una habitación. Tardamos un poco en llegar. Cuando estábamos apunto de entrar, la levante para que quedará más a mi altura. Sus piernas se posaron en mis caderas y comenzó a frotarse contra mi erección, logrando una grandiosa fricción que nos hizo gemir a los dos.
Entramos en la habitación y comencé a llevarnos a la cama, la cual era amplia para poder movernos con facilidad; la tire sobre la cama y me puse encima de ella, deje sus labios y me dirigí a su cuello, ella no paraba de gemir, baje a sus hombros y comencé a dejar un rastro de besos por su pecho hasta que llegue al canalillo de sus pechos que subían y bajan frenéticamente. Comencé a bajar los tirantes de su playera mientras seguía besando su pecho y el inicio de sus senos.
-Edward basta… tenemos que… parar…
-Yo sé que no quieres que me detenga- dije con voz ronca y seductora; ella jalo de mis cabellos para que levantará mi rostro, en su mirada vi un poco de deseo, en verdad ella no quería parar; así que no íbamos a parar hasta llegar al final.
-No, si quiero que te detengas. No puedo con esto y tampoco quiero. Déjame y vete, no le diré nada a tu papá para que ya no te moleste mas- trató de pararse pero se lo impedí. Puse mis manos a ambos lados de su cabeza, y puse rígido mi cuerpo, con mis rodillas a cada lado de sus muslos y con mis piernas inmovilizando las suyas, acerque mi rostro al suyo. En su mirada vi miedo que estaba sustituyendo al deseo, eso si que no.
-No me vas a menospreciar. Tú y yo la vamos a pasar muy bien, y no me detendré hasta que yo quiera, así que deja de decir tonterías y estupideces de que no quieres. No me importa que te niegues, vas a ser mía por las buenas o por las malas Isabella- su nombre se lo dije cerca de su oído.
-Eres igual a él. Necesitas amenazar para obtener lo que quieres, porque por ti mismo nunca lo obtendrás- en su voz había odio y dolor. Ella se atrevía a compararme con él y me odiaba… como podía ser tan hipócrita para odiarme si ella era la causante de que mi vida se convirtiera en una mierda total.
-No vuelvas a decirme que me parezco a él o te va a ir muy mal Isabella.
-Es la verdad, eres igual a…- no termino de decirlo, la rabia que sentí hizo que dejará de ser el Edward que siempre fui, mi mano azoto con su mejilla, ella me miró y toco su mejilla, pero no me importo iba a pagar por eso.
-Cállate maldita zorra, voy a hacer que te olvides de ese maldito que tengo como padre. En tu cabeza solo voy a estar yo y en tu vida vas a volver a compararme con él.
Sentía que alguien se había apoderado de mí; ya no pensaba con claridad. Tome su playera y se la quite, ella trataba de golpearme con sus manos, así que las tome y las inmovilice a cada lado de su cabeza, bese su canalillo y seguí con sus pechos, ella poco a poco dejaba de forcejear, solté sus manos y acaricie sus brazos hasta su cintura, las volví a subir y acaricie sus pechos, sus gemidos no se hicieron esperar eso me hizo saber que lo estaba haciendo bien después de todo para ser la primera vez que hacía esto.
Busco el inició de mi playera y la ayude a quitármela, comenzó a acariciar mis brazos y mi pecho. Seguí besando su cuerpo, baje por su plano abdomen, mientras veía su rostro baje su pequeño short junto con su ropa interior, acaricie sus bien formada piernas, y cuando llegue al interior de sus muslos note cierta humedad.
-Veo que después de todo si quieres estar conmigo-dije con la voz cargada de deseo y besando sus muslos, el olor de su excitación era embriagador.
-Hueles realmente bien- lamí un poco su clítoris –y sabes tan bien como hueles muñequita.
-Edward te necesito, por favor- enredaba sus manos la colcha de su cama, yo no aguantaba tampoco, me quite los pantalones junto con mis bóxers y volví a ponerme encima de ella, bese sus labios y sentí como sus manos bajaron por mi cuerpo, llegó a mi ya listo pene y comenzó a acariciarlo un poco junto con mis testículos. –Si que eres grande, y creo que no necesitas que te estimule- ella volvió a buscar mis labios.
Subió sus manos hasta mi pecho, las pasó por mi cuello y las enredó en mis cabellos; bese su cuello mientras me prepare para entrar en ella.
Poco a poco fui entrando, ella gemía y movía sus caderas para acelerar todo, pero era mi primera vez y debía admitirlo tenía miedo. Era estrecha, gemí con demasiada intensidad, no iba a aguantar mucho y creo que ella tampoco, comencé a acariciar su clítoris y me entre por completo en ella; comencé a llevar un ritmo no tan lento pero tampoco muy rápido.
-¡Oh si! Edward… no pares…
Sus gemidos y su respiración entre cortada hacían más difícil el aguantarme las ganas de correrme, cada vez aumentaban más; sentía que estaba en el cielo mismo; con mi otra mano acaricie uno de sus pecho mientras que al otro lo tenía en mi boca, ella aferraba mis cabellos para mantenerme en esa posición. Iba aumentando el ritmo, gracias al cielo estábamos solos, porque estaba seguro que los gemido se escuchaban por toda el departamento al igual que los gritos de Isabella.
-¡Ya casi, no pares! ¡Dios!
-No es Dios nena, soy yo el que te esta dando placer- mi voz estaba demasiada ronca de la excitación.
Sentí como sus paredes me aprisionaban y su gritó fue lo ultimo, me corrí dentro de ella y me deje caer. Cuando mi respiración se reguló, salí de ella.
Al final mi padre aparte de hacer de mi vida una mierda, hizo que mi primera vez fuera con su amante y totalmente diferente a como yo había querido… que maravillosa primera vez… pensé con sarcasmo…
¿Qué opinan de esta idea? Ideas y/u opiniones se aceptan :D
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